Se ha demostrado que las microalgas inducen resistencia sistémica en las plantas contra patógenos a través de diversos mecanismos, asociados a resistencia sistémica inducida (ISR) y priming.
Las plantas tienen mecanismos de defensa naturales y también pueden activar defensas ante patógenos, plagas e incluso otras plantas. Esto desencadena la regulación de la expresión genética y la producción de compuestos y proteínas defensivas. Además, las plantas pueden prepararse para responder con mayor rapidez y fuerza para defenderse de factores estresantes tanto vivos como no vivos. La resistencia inducida (RI) es un término amplio que describe cómo las plantas se vuelven más resistentes a patógenos, daños físicos u otros tipos de estrés. Los diferentes tipos de IR incluyen resistencia sistémica adquirida (SAR), resistencia sistémica inducida (ISR), resistencia inducida por sustancias químicas y resistencia inducida por heridas. Estas respuestas ayudan a las plantas a defenderse más eficazmente en el futuro.
Las microalgas han sido ampliamente utilizadas en diversos campos, durante las últimas dos décadas, numerosos estudios han demostrado la purificación exitosa de aguas residuales mediante el uso de microalgas cultivadas, como una posible fuente de energía renovable, particularmente para biocombustibles, gracias a su eficiente proceso de fotosíntesis y su rico contenido de nutrientes.
A su vez, se han descubierto diversas propiedades antifúngicas asociadas a las microalgas, un caso interesante ha sido su uso para el control de la antracnosis en donde plantas de pepino previamente tratadas con una suspensiones específicas mostraron menor daño asociado a dicha enfermedad. En este caso, la acción de las microalgas se asocia principalmente a la inhibición en la formación de apresorios (estructuras que facilitan el ingreso de los hongos al interior de las plantas), este fenómeno se asocia a un acción de cercado de las células de las microalgas alrededor de los conidios de especies de Colletotrichum.
La activación de genes y enzimas específicas mediadas por microalgas, han sido reconocidos como importantes procesos para la resistencia a agentes virales. Tal es el caso del virus del mosaico del tomate, en donde aplicaciones de consorcios de microalgas lograron disminuir los síntomas y pérdidas asociadas a dicho patógeno, en este escenario se reconoció a acción de activación previa de mecanismos de defensa (priming) a través de enzimas y a su vez la activación de rutas hormonales asociadas a la defensa contra patógenos (ácido salicílico y jasmónico).
Las alternativas de control siguen incrementando y diversificándose, lo que ofrece un escenario de oportunidades de alto impacto para mejorar la sanidad en diversos cultivos sin separarse de los enfoques sostenibles y regenerativos de la agricultura. Las microalgas ofrecen soluciones diferenciales que deben implementarse a los planes de manejo sostenible en áreas destinadas para producción de alimentos.